lunes, 5 de noviembre de 2012

Islandia, el país del cual nadie quiere hablar



Publicado originalmente en El Clarín



Mientras la crisis económica sigue empeorando en el mundo desarrollado, existe un país que está logrando salir de ella a través de un método alternativo a la austeridad, Islandia. Islandia fue considerada durante muchos años un ejemplo entre los países europeos al tener una baja tasa de desempleo y un fuerte cuidado del medio ambiente, a través del uso de fuentes de energía renovables como las geotérmicas que representan el 85% de la generación de energía en la isla. Los logros económicos de Islandia fueron tales que eran candidatos a entrar en la Unión Europea. Pero esos buenos números no se debían tanto a la economía islandesa como a los flujos financieros especulativos que llegaron a la isla en los últimos 10 años.

En 2001 los bancos fueron desregulados, marcando así el destino que esperaría Islandia. Rápidamente los bancos islandeses empezaron a atraer las inversiones extranjeras. Olvidando, error bastante común en el sistema neoliberal, que el crédito barato sigue siendo deuda. Fue así como este pequeño país empezó a comprar propiedades lujosas en Inglaterra, incluso el club de futbol West Ham United. Eso hizo que los bancos elevaran rápidamente su deuda en pocos años, llegando al 900% del PIB en 2007.

Una de las técnicas usadas por los inversionistas para crear ese nivel de deuda fue el “Carry Trade”. El carry trade consiste en comprar divisas con una tasa de interés baja, por ejemplo el franco suizo o el yen, para invertir ese dinero en otra divisa que se apreciara en relación a la divisa de financiación. De esta manera los especuladores que apuestan en Forex, el mercado mundial de divisas, pueden generar rápidamente ganancias. Pero esa inversión no corresponde a la confianza que se tiene en un país, creando una burbuja al desincronizar el valor de los inmuebles o de los bonos con la deuda. Esa técnica fuertemente especulativa solo funciona vendiendo rápidamente, “en corto”, antes de que los precios suban y disminuyan los niveles de ganancias o incluso que se generen perdidas. Esos ataques a la economía islandesa  sólo fueron posibles gracias a la complicidad de los grandes bancos, que en vez de aumentar el precio de la deuda o la tasa de interés frente al alto nivel de demanda de deuda islandesa mantuvieron o disminuyeron los requisitos para pedir dinero.

Esa situación era insostenible y el sistema financiero islandés colapsó como consecuencia de la crisis subprime norteamericana. Islandia que era considerado un país con una economía solida, caía rápidamente en la misma situación que países como Irlanda o Grecia. Incluso, debido al tamaño de la economía real de Islandia, la crisis bancaria que vivió fue la más grave de la historia mundial. A mediados de 2008, su deuda se elevaba a 50 000 millones de euros de la cual un 80% correspondía a la deuda de sus bancos. Las instituciones internacionales como el FMI y los países cuyos bancos eran dueño de la deuda islandesa, como el Reino Unido, presionaron para que Islandia rescatara sus bancos y respondiera por las deudas de sus bancos, guion utilizado en todos los países que están actualmente en crisis en Europa.

Frente a la fuerte recesión, con una economía que se redujo en un 6,7% en 2009, las manifestaciones no tardaron a hacerse presentes, hecho totalmente anormal en un país como Islandia. Eso llevó incluso las fuerzas policiales a usar por primera vez gases lacrimógenos contra sus compatriotas desde las manifestaciones en contra del ingreso del país en la OTAN en 1949. Pero esas tendencias violentas fueron rápidamente remplazadas por un movimiento civil pacifista que empezó a recurrir a los cacerolazos para demostrar su descontento. La presión creada por las constantes manifestaciones que exigían elecciones anticipadas logró la renuncia del gobierno de derecha y la elección de un nuevo gobierno de izquierda cercano a las demandas civiles.

El nuevo gobierno, entendiendo que los cambios a realizar no podrían ser hechos sin el acuerdo del pueblo, decidió que los islandeses debían elegir ellos mismo el destino de su país. Materializándose a través de tres medidas claves, el enjuiciamiento de las personas que habían creado la crisis, un referéndum para decidir si los islandeses pagarían la deuda de los bancos en quiebra y la creación de una nueva Constitución.

A diferencia del resto de los países afectados por la crisis financiera en el mundo, desde Estados Unidos a Grecia, Islandia fue el único país que decidió llevar a tribunales los encargados de los tres grandes bancos que habían creado la deuda islandesa y al Primer Ministro de la época, bajo el cargo de omisión de deberes. Además, se realizó un primer referéndum en 2011 donde el 93% de los votantes decidió que los habitantes no pagarían la deuda de sus bancos, que costaría aproximadamente 100 euros por mes a cada islandés durante 15 años. En un segundo referéndum en 2011 los islandeses rechazaron de nuevo, con un 60% de los votos, cargar con la deuda externa de los bancos. A esos referendos hay que agregar que el gobierno islandés tomo algunas decisiones, que ningún otro país afectado por la crisis ha tomado, como cancelar todos los créditos con tasas variables superiores al 110% del valor de los bienes inmobiliarios o declarar ilegales los prestamos basados en monedas extranjeras entregados a particulares.

El negarse a los planes del FMI, que consistían en el rescate de los bancos y una fuerte austeridad, permitió que después de dos años de fuerte recesión Islandia volviera a tener una economía en crecimiento, en un 2,9% en 2010 y un 2,4% en 2011, números muy superiores al resto de los países de la Unión Europea o Estados Unidos.

Pero la “Revolución Islandesa” no se detiene ahí ya que el país está actualmente en pleno proceso de crear una nueva Constitución. De la misma manera que su respuesta a la crisis económica fue única, su manera de realizar una Asamblea Constituyente también lo es.

La Constitución Islandesa está siendo escrita, en su mayor parte, directamente por los ciudadanos y no por representantes de partidos políticos. Durante el primer Fórum Nacional en el cual participaron 1500 islandeses, solo 300 fueron elegidos entre representantes de compañías, instituciones u otras agrupaciones. La gran mayoría de los participantes, 1200, fueron elegidos al azar entre los ciudadanos. Con la aprobación de esa primera Acta por parte del Parlamente, se llamo a un segundo foro, esta vez supervisado por 7 personas designadas por el Parlamento, compuesto por 950 personas elegidas aleatoriamente entre los islandeses, para representar de manera igualitaria, dentro de lo posible, cada región del país y ambos géneros. Ese segundo foro, en el cual todos los islandeses podían participar a través de Internet, es el que escribiría el proyecto de las modificaciones constitucionales que deberían ser realizadas, después de ser ratificados a través de un referendo, en una Asamblea Constituyente.

Esa pequeña isla de apenas 330 000 habitantes llamada Islandia ha marcado un referente poderoso para el resto de los países que siguen inmersos en la crisis. Crisis que sigue empeorando, como en Grecia y España, y que se está contagiando poco a poco a otros países europeos, como Italia y Francia. Pero el camino que ha tomado el pueblo islandés es peligroso para los intereses económicos de las grandes instituciones financieras. Y es por eso que los grandes medias, propiedad de bancos y magnates, no quieren hablar de esta  solución opuesta a la austeridad propuesta por la Troika. Correrían el riesgo de que los ciudadanos griegos, españoles, portugueses o irlandeses decidan tomar el mismo camino que Islandia.