Publicado originalmente en El Clarín
Mientras la
crisis económica sigue empeorando en el mundo desarrollado, existe un país que está
logrando salir de ella a través de un método alternativo a la austeridad,
Islandia. Islandia fue considerada durante muchos años un ejemplo entre los
países europeos al tener una baja tasa de desempleo y un fuerte cuidado del
medio ambiente, a través del uso de fuentes de energía renovables como las
geotérmicas que representan el 85% de la generación de energía en la isla. Los
logros económicos de Islandia fueron tales que eran candidatos a entrar en la Unión
Europea. Pero esos buenos números no se debían tanto a la economía islandesa
como a los flujos financieros especulativos que llegaron a la isla en los
últimos 10 años.
En 2001 los
bancos fueron desregulados, marcando así el destino que esperaría Islandia.
Rápidamente los bancos islandeses empezaron a atraer las inversiones
extranjeras. Olvidando, error bastante común en el sistema neoliberal, que el
crédito barato sigue siendo deuda. Fue así como este pequeño país empezó a
comprar propiedades lujosas en Inglaterra, incluso el club de futbol West Ham
United. Eso hizo que los bancos elevaran rápidamente su deuda en pocos años,
llegando al 900% del PIB en 2007.
Una de las
técnicas usadas por los inversionistas para crear ese nivel de deuda fue el
“Carry Trade”. El carry trade consiste en comprar divisas con una tasa de
interés baja, por ejemplo el franco suizo o el yen, para invertir ese dinero en
otra divisa que se apreciara en relación a la divisa de financiación. De esta
manera los especuladores que apuestan en Forex, el mercado mundial de divisas,
pueden generar rápidamente ganancias. Pero esa inversión no corresponde a la
confianza que se tiene en un país, creando una burbuja al desincronizar el
valor de los inmuebles o de los bonos con la deuda. Esa técnica fuertemente
especulativa solo funciona vendiendo rápidamente, “en corto”, antes de que los
precios suban y disminuyan los niveles de ganancias o incluso que se generen
perdidas. Esos ataques a la economía islandesa
sólo fueron posibles gracias a la complicidad de los grandes bancos, que
en vez de aumentar el precio de la deuda o la tasa de interés frente al alto
nivel de demanda de deuda islandesa mantuvieron o disminuyeron los requisitos
para pedir dinero.
Esa situación era
insostenible y el sistema financiero islandés colapsó como consecuencia de la
crisis subprime norteamericana. Islandia que era considerado un país con una
economía solida, caía rápidamente en la misma situación que países como Irlanda
o Grecia. Incluso, debido al tamaño de la economía real de Islandia, la crisis
bancaria que vivió fue la más grave de la historia mundial. A mediados de 2008,
su deuda se elevaba a 50 000 millones de euros de la cual un 80% correspondía a
la deuda de sus bancos. Las instituciones internacionales como el FMI y los países
cuyos bancos eran dueño de la deuda islandesa, como el Reino Unido, presionaron
para que Islandia rescatara sus bancos y respondiera por las deudas de sus
bancos, guion utilizado en todos los países que están actualmente en crisis en
Europa.
Frente a la
fuerte recesión, con una economía que se redujo en un 6,7% en 2009, las
manifestaciones no tardaron a hacerse presentes, hecho totalmente anormal en un
país como Islandia. Eso llevó incluso las fuerzas policiales a usar por primera
vez gases lacrimógenos contra sus compatriotas desde las manifestaciones en
contra del ingreso del país en la OTAN en 1949. Pero esas tendencias violentas
fueron rápidamente remplazadas por un movimiento civil pacifista que empezó a
recurrir a los cacerolazos para demostrar su descontento. La presión creada por
las constantes manifestaciones que exigían elecciones anticipadas logró la
renuncia del gobierno de derecha y la elección de un nuevo gobierno de
izquierda cercano a las demandas civiles.
El nuevo gobierno,
entendiendo que los cambios a realizar no podrían ser hechos sin el acuerdo del
pueblo, decidió que los islandeses debían elegir ellos mismo el destino de su
país. Materializándose a través de tres medidas claves, el enjuiciamiento de
las personas que habían creado la crisis, un referéndum para decidir si los
islandeses pagarían la deuda de los bancos en quiebra y la creación de una
nueva Constitución.
A diferencia del
resto de los países afectados por la crisis financiera en el mundo, desde
Estados Unidos a Grecia, Islandia fue el único país que decidió llevar a tribunales
los encargados de los tres grandes bancos que habían creado la deuda islandesa
y al Primer Ministro de la época, bajo el cargo de omisión de deberes. Además,
se realizó un primer referéndum en 2011 donde el 93% de los votantes decidió
que los habitantes no pagarían la deuda de sus bancos, que costaría
aproximadamente 100 euros por mes a cada islandés durante 15 años. En un
segundo referéndum en 2011 los islandeses rechazaron de nuevo, con un 60% de
los votos, cargar con la deuda externa de los bancos. A esos referendos hay que
agregar que el gobierno islandés tomo algunas decisiones, que ningún otro país
afectado por la crisis ha tomado, como cancelar todos los créditos con tasas
variables superiores al 110% del valor de los bienes inmobiliarios o declarar
ilegales los prestamos basados en monedas extranjeras entregados a
particulares.
El negarse a los
planes del FMI, que consistían en el rescate de los bancos y una fuerte
austeridad, permitió que después de dos años de fuerte recesión Islandia volviera
a tener una economía en crecimiento, en un 2,9% en 2010 y un 2,4% en 2011, números
muy superiores al resto de los países de la Unión Europea o Estados Unidos.
Pero la “Revolución
Islandesa” no se detiene ahí ya que el país está actualmente en pleno proceso
de crear una nueva Constitución. De la misma manera que su respuesta a la
crisis económica fue única, su manera de realizar una Asamblea Constituyente
también lo es.
La Constitución
Islandesa está siendo escrita, en su mayor parte, directamente por los
ciudadanos y no por representantes de partidos políticos. Durante el primer Fórum
Nacional en el cual participaron 1500 islandeses, solo 300 fueron elegidos
entre representantes de compañías, instituciones u otras agrupaciones. La gran
mayoría de los participantes, 1200, fueron elegidos al azar entre los
ciudadanos. Con la aprobación de esa primera Acta por parte del Parlamente, se
llamo a un segundo foro, esta vez supervisado por 7 personas designadas por el
Parlamento, compuesto por 950 personas elegidas aleatoriamente entre los
islandeses, para representar de manera igualitaria, dentro de lo posible, cada
región del país y ambos géneros. Ese segundo foro, en el cual todos los
islandeses podían participar a través de Internet, es el que escribiría el
proyecto de las modificaciones constitucionales que deberían ser realizadas,
después de ser ratificados a través de un referendo, en una Asamblea
Constituyente.
Esa pequeña isla
de apenas 330 000 habitantes llamada Islandia ha marcado un referente poderoso
para el resto de los países que siguen inmersos en la crisis. Crisis que sigue
empeorando, como en Grecia y España, y que se está contagiando poco a poco a
otros países europeos, como Italia y Francia. Pero el camino que ha tomado el
pueblo islandés es peligroso para los intereses económicos de las grandes
instituciones financieras. Y es por eso que los grandes medias, propiedad de
bancos y magnates, no quieren hablar de esta
solución opuesta a la austeridad propuesta por la Troika. Correrían el
riesgo de que los ciudadanos griegos, españoles, portugueses o irlandeses
decidan tomar el mismo camino que Islandia.