lunes, 14 de enero de 2013

Irán, ¿Una guerra inevitable?


Originalmente publicado en El Clarín

Hace ya varios años que vemos cotidianamente el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, amenazar Irán con una guerra si el país persa no renuncia a su programa nuclear. El Presidente Barack Obama por su lado considera que aunque Estados Unidos prefiere una solución diplomática no descarta una intervención militar. Las sanciones económicas a Irán, los diferentes ataques cibernéticos, particularmente a las centrales nucleares con el virus Stuxnet, los drones interceptados por el ejército iraní y la cantidad de tropas norteamericanas en la región demuestran que un ataque al país persa es mucho más que una posibilidad remota.

La caída de Irán aseguraría la hegemonía mundial norteamericana por varios años más al darle el control total de las reservas de petróleo y gas de Oriente Medio, lo que le permitiría a Estados Unidos controlar los países que necesitan comprar energía. Las intervenciones directas e indirectas de Estados Unidos en países como Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Pakistán o Siria, entre otros, siguen un programa que tiene a Irán como último objetivo para lograr asentar el poderío americano y frenar el crecimiento de Rusia y China.

Mucho son los que creen que la presencia de Obama impedirá una confrontación con Irán. Pero debemos entender que cualquier Presidente defiende los intereses de su país, mismo si debe realizar acciones que van en contra de la ética y la moral, y en este caso eso significa mantener la hegemonía norteamericana en el mundo. Lo que realmente representa Obama es el debate que tiene lugar en el seno de la elite norteamericana, el cual no consiste en decidir si se realiza o no una guerra contra Irán sino en cómo y cuándo será llevada a cabo.

Algunos grupos, principalmente la llamada “ala dura” de los republicanos, prefieren un conflicto directo donde se pueda usar ventajosamente la superioridad militar norteamericana, estrategia utilizada durante el gobierno de Bush, siguiendo los planteamientos de personas como Henry Kissinger. Pero existen otros grupos que prefieren una guerra indirecta basada en ataques diplomáticos, económicos, satelitales, cibernéticos, de grupos armados externos (siguiendo la estrategia utilizada en Libia y en Siria) o de drones para evitar el envío de tropas y una invasión que sería demasiado costosa para la débil economía norteamericana y que significaría bajas entre las tropas norteamericanas que podrían crear un gran descontento en una población cansada después de ver el fracaso de la intervención en Afganistán y en Irak. Esa estrategia es propuesta por el mentor de Obama, desde su época en Harvard, y autor de “El gran tablero mundial”, Zbigniew Brzezinski.

El actual Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu apoya la idea de un conflicto militar directo, a pesar de las advertencias del servicio secreto israelí Mossad que considera demasiado arriesgado para el pueblo israelí que sería inevitablemente afectado por este conflicto. Eso se debe a que una guerra con Irán, en el caso de que Estados Unidos apoye a Israel, es una guerra con Rusia y China que por sus intereses geopolíticos no pueden permitir la caída de la antigua Persia. Por lo tanto debemos entender que un ataque militar a Irán llevaría rápidamente el mundo a una Tercera Guerra Mundial. Las elecciones en Israel en enero serán cruciales para saber si ese país mantiene la agresividad de Netanyahu, y del partido Likud, o si llegan al poder grupos más moderados.

Lamentablemente la débil situación económica norteamericana podría llevar a Obama a decidir el uso de su última carta, su poderío militar, para imponer el proyecto de un mundo unipolar liderado por Estados Unidos e impedir la posibilidad, cada vez más alta, de la aparición de un mundo ya no bipolar como en la Guerra Fría sino multipolar, en el cual Estados Unidos se vería obligado a compartir el Poder con la Unión Europa, Japón, pero sobre todo con los países emergentes liderados por los BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica).

Pareciera sin embargo que Obama ya ha decidido tomar el camino de la guerra indirecta, siguiendo el modelo de Brzezinski. La primera señal fue el despido del ala más dura de la Casa Blanca, como el director de la CIA David Petraeus, disfrazado bajo la excusa de un escándalo sexual, o la purga que siguió con la caída del Comandante Supremo de la OTAN, el almirante Stravidis, y los generales Allen, Ward y Ham entre otros. Sigue esa tendencia la designación, bien vista por el gobierno ruso, de John Kerry como Secretario de Estado, en reemplazo de Hillary Clinton, quien expreso en el pasado su admiración por el líder sirio Bashar Al-Assad. La designación de Chuck Hagel como Secretario de Defensa también va en esa dirección ya que el ex senador republicano se opuso a la invasión de Irak y pretende disminuir los gastos del Pentágono y limitar el inicio de nuevas guerras que involucren directamente a Estados Unidos.

Esos cambios podrían significar un cambio en la política norteamericana en Oriente Medio. El desarrollo del conflicto en Siria en los próximos meses mostrara si Obama ha decidido realmente cambiar de estrategia en su segundo mandato. Muchas personas creen honestamente en los discursos de sus líderes pero no se preguntan porque las matanzas en Bahréin o las masacres de musulmanes en manos de budistas en Myanmar no han sido condenadas. Lamentablemente la política internacional no tiene que ver con la moral ni la búsqueda del bien sino con conflictos de poder, para imponer los intereses propios de cada país, donde “el fin justifica los medios”.

Una posición menos agresiva de Estados Unidos podría abrir la posibilidad de que se lleve a cabo el acuerdo del 30 de junio de 2012 en Ginebra que propone el envío de cascos azules, bajo mandato de la ONU, de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) en Siria. Este hecho sería clave ya que la OTSC es un pacto militar similar a la OTAN, pero cuyos miembros son Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán, lo que podría significar la continuación de Assad en el poder en caso de ganar un plebiscito. La intervención de la OTSC demostraría una postura menos agresiva de Estados Unidos en Oriente Medio al compartir el control de la región con Rusia, país que tiene fuertes intereses geopolíticos en Siria al poseer ahí su única base naval en el Mediterráneo.

La grave situación económica mundial, que pareciera llevar el mundo hacia una nueva Gran Depresión y que cambiara seguramente el Orden Mundial, es suficientemente compleja para sumar además una nueva Guerra Mundial. Sin embargo la Historia nos ha demostrado en innumerables ocasiones el comportamiento irracional del hombre y de sus elites, por lo que esa posibilidad no puede ser descartada. El año 2013 será clave para ver la manera en la cual se resolverán los conflictos económicos y geopolíticos mayores, y podría marcar el inicio del fin del Imperio norteamericano.


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