domingo, 6 de mayo de 2012

Gobierno representativo y Democracia


 

Las democracias actuales, llamadas “democracias representativas”, distan mucho del sentido que tuvo la Democracia desde la Grecia Antigua hasta el siglo XVIII, de Platón a Rousseau. Los pensadores que inspiraron la revolución francesa y norteamericana confiaban en un sistema basado en la elección por voto. Permitiendo, supuestamente, que solo una minoría de la población, los mejores, lleguen al poder. Pero la palabra aristocracia significa justamente “el gobierno de los mejores” según Platón o el “gobierno de los menos” para Aristóteles. Si nuestro sistema político se basa en instituciones aristocráticas, entonces, ¿Qué es la Democracia?

La Democracia se basa en la igualdad política de los ciudadanos, reflejada en la “Asamblea del pueblo”, institución central de la Democracia Directa, donde cada ciudadano tiene el derecho a hablar y votar. Hemos renunciado a la Asamblea, como institución democrática, bajo el argumento de que con los altos niveles de población actual, que se reparte en muchas ciudades alejadas, esta práctica se ha vuelto imposible. Pero, a pesar de ser una Democracia Directa, Atenas también tenía instituciones formadas por representantes.

¿Pero si había instituciones representativas, por qué era una democracia? La democracia se basa en que los ciudadanos proponen y votan las leyes. Los organismos electos tenían roles administrativos, ejecutar las leyes y preparar proyectos de leyes, pero al final solo la Asamblea del pueblo podía votar las leyes. De los representantes elegidos en Atenas solo una minoría lo era a través del sistema de votación, fundamentalmente los generales y los encargados de las finanzas de la ciudad.

Había otro sistema de elección, que fue considerado durante más de 2 mil años como el sistema de elección democrático por excelencia, que ha desaparecido totalmente durante los últimos 200 años de “democracia”, incluso de las discusiones. Se trata de la elección por sorteo.

La democracia ateniense no se caracterizaba por ser irracional y sin embargo en la sociedad de Sócrates, Platón y Aristóteles se uso mayoritariamente la elección por sorteo para designar los miembros de los diferentes órganos políticos. Las dos  instituciones más importantes, el “Senado” (Boulé) y los Tribunales, elegían sus miembros al azar. Estoy seguro de que la mayoría pensaran que no podemos dejar un poder tan importante como la política a manos del azar pero, tal vez, al final del articulo entenderán las ventajas que vieron los atenienses en usar ese método de elección.

¿Por qué la elección por sorteo es una practica democrática? Recordemos que el objetivo central de la Democracia es asegurar la igualdad política entre los ciudadanos. Los atenienses eran conscientes de que el poder corrompe y por eso su sistema político debía controlar a los electos, a bases de restricciones y castigos, para promover la búsqueda del Bien Común sobre los intereses privados.

Si el poder corrompe, entonces se debe luchar contra el monopolio del poder por una determinada clase social. El amateurismo político aparece como un objetivo central, para evitar que el poder político caiga en las manos de un grupo determinado, los “expertos políticos”, que tendería a usar el poder según sus propios intereses. El otro elemento fundamental para ese amateurismo es la rotación de los cargos, a través de su corta duración y la no re-elección, para impedir así que las personas estén demasiado tiempo en el poder.

La primera reacción frente a la elección por sorteo es el miedo a elegir gente incapaz o peligrosa para el sistema político. Los atenienses conscientes de ese defecto inventaron una gran cantidad de instituciones para controlar ese factor. Primero, solo participaban a la elección los ciudadanos que voluntariamente decidieron candidatearse. Pero antes de ser efectivamente candidatos, podían ser excluidos del sorteo de dos maneras. Por un lado a través de los tribunales, donde cada candidato debía presentarse para asegurarse  que tenia al día su servicio militar y sus cuentas pero también que no era un sujeto moral y éticamente peligroso una vez en el poder (lo que ahora podríamos llamar un perfil psicológico adecuado). Por otro lado a través del Ostracismo, proceso en el cual los ciudadanos podían elegir a través del voto secreto un ciudadano que consideraban peligroso para el bien común y al cual retiraban durante 10 años sus derechos ciudadanos, es decir votar leyes y asumir cargos políticos.

Una vez electo por sorteo, el representante podía ser en cualquier momento removido de sus funciones si era considerado, por la mayoría de los ciudadanos, como corrupto o porque sus actos iban en contra del bien común. Una vez terminado el mandato cada electo debía pasar frente a los tribunales durante prácticamente un año para rendir cuentas de todos los actos que había realizado durante su cargo, enfrentándose a posibles castigos. Al participar en política las personas debían por lo tanto tener un gran cuidado con sus acciones ya que tenían que hacerse cargo de ellas.

Los parlamentarios actuales reflejan las características negativas del sistema aristocrático, es decir la concentración del poder, la corrupción y no rendir cuentas de su uso del poder (siendo la no re-elección el único castigo existente). Eso se traduce en leyes que no están motivados por el Bien Común sino que por los intereses de la oligarquía. Con salarios y jubilaciones que superan los de un salario medio, las elites han transformado sus cargos en una profesión bien remunerada por lo que no podemos esperar que ellos decidan reducir sus privilegios. ¿Acaso un sindicato de trabajadores lucharía por bajar el salario? Recordemos además que los parlamentarios no son especialistas en los temas (energético, medico, económico, educacional,…) que transforman en leyes. Por lo que deberíamos preguntarnos ¿por qué  están ellos ahí y no personas alejadas de los partidos políticos y de las grandes empresas? Tal vez sea tiempo de recordar las reflexiones que hicieron que una de las sociedades mas politizada de la historia pensara que era bueno tener instituciones, en el centro del poder, cuyos miembros fueran elegidos al azar. Un sistema que llamaron Democracia, “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" como decía Lincoln.

Por el momento solo somos electores y no ciudadanos. Los ciudadanos son individuos autónomos, que votan sus leyes, mientras que los electores son heterónomos, es decir que se someten a leyes escritas por otros. Es tiempo de que vuelvan los debates sobre que tipo de sistema político debe remplazar el actual, que muestra signos evidentes de  agotamiento, y si queremos una Democracia, no la actual sino una verdadera, con una población políticamente activa motivada por una real capacidad de participación en el Poder y no unos observadores que de vez en cuando votan esperando que el candidato cumpla realmente las promesas que hizo durante su campaña millonaria.

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