Publicado originalmente en El Clarín
Desde
enero del 2000 el precio del oro ha aumentado en un 600%. China, segunda
potencia económica mundial y líder de los países emergentes, es el primer
productor y comprador de oro en el mundo. Este año, China ha triplicado la
compra de oro a través de Hong Kong, según un artículo publicado en Bloomberg, y desea transformar el Shanghai Gold Exchange
en un mercado interbancario de oro, según un artículo del Wall Street Journal.
George Soros, uno de los hombres más ricos del mundo, conocido por generar su
riqueza en tiempos de crisis, como cuando participo activamente en la quiebra
del Banco de Inglaterra en 1992, también está situando sus inversiones en oro.
Incluso en Estados Unidos se planteo la posibilidad de volver al patrón oro en
la Convención del Partido Republicano, siguiendo los planteamientos de la
Escuela Austríaca actualmente de moda entre los neoliberales. ¿Pero por qué se
está generando esa fiebre del oro?
La
mayoría de las personas no lo sabe pero durante siglos las monedas eran hechas
en metal, principalmente oro o la plata, y su valor correspondía al peso de esa
moneda, por eso seguimos usando la palabra “plata” como sinónimo de dinero.
Después de la 2ª Guerra Mundial, en los acuerdos de Bretton Woods, se decidió
que el dólar iba a ser la moneda de referencia internacional. Eso significaba
que los poseedores de dólares podían ir a los bancos y pedir que se cambiara
los dólares por oro, con el precio de la onza de oro fijado en 35 dólares. Pero
en 1971, debido al desequilibrio entre la cantidad de dólares en circulación en
el mundo y el tamaño de las reservas de oro de Estados Unidos, se produce el
llamado “Nixon Shock”, que es la decisión unilateral de Estados Unidos de
romper el patrón oro e imponer un nuevo sistema monetario internacional, el
cambio flotante.
Para comprender
mejor el sistema actual debemos entender que los billetes son “dinero
fiduciario”, es decir que su valor se basa en la fe o confianza que la
comunidad tiene en él. Ese es uno de los problemas que ha surgido últimamente, la
pérdida de fe en la moneda de referencia mundial, el dólar. A pesar de que
muchos sigan creyendo que la economía norteamericana es la más grande y fuerte
del mundo, existen muchos indicadores que demuestran algo muy diferente y que
auguran el pronto colapso de la primera potencia del mundo.
El
primer elemento a tomar en cuenta es el famoso PIB. Supuestamente el PIB de
Estados Unidos, evaluado en unos 15 billones de dólares, es superior al de la
segunda, tercera y cuarta economías combinadas, es decir China, Japón y
Alemania. Sin embargo, Estados Unidos produce 10 veces menos acero que esos
países y 3,5 veces menos autos. Además tiene 245 millones usuarios de Internet
y 328 millones de celulares mientras que los otros 3 países combinados tienen
681 millones internautas y 1258 millones de celulares. Si sumamos a eso que
Estados Unidos ha estado deslocalizando sus industrias, que ha realizado
recortes en su presupuesto y que tiene un déficit comercial (importa más de lo
que exporta), entonces nos damos cuenta que el único elemento que sustenta el
PIB norteamericano es el consumo, el 73% del PIB de ese país. Y ese consumo
solo ha sido posible gracias a la impresión constante de billetes, con una
Reserva Federal que está comprando el 80% de la deuda emitida por el gobierno.
Esa
burbuja se ha ido creando poco a poco, aumentando la deuda por crédito de 1 a
50 billones de dólares en los últimos 43 años, lo que corresponde justamente al
período neoliberal. Mientras Estados Unidos demostraba ser la primera potencia
del mundo el resto del planeta estuvo dispuesto a financiar el consumo
norteamericano aplicando la lógica de las tarjetas de crédito, permitir el
consumo confiando que en el futuro será capaz de solventar su deuda.
El
problema es que ahora Estados Unidos ya no da tal confianza al resto de los
países, e incluso algunos temen una posible quiebra de Estados Unidos lo que
podría traducirse en el no pago de algunas de sus deudas. Si como decíamos
anteriormente el dinero fiduciairo se basa en la confianza, entonces la
confianza en el dólar ha prácticamente desaparecido y solo se sigue sosteniendo
gracias a la fe en la capacidad militar de Estados Unidos. El dólar está en una
posición frágil y su colapso podría ser causado por diferentes factores, como
una crisis de la deuda norteamericana, una crisis financiera o una derrota
militar.
Es
frente a esa posibilidad, cada vez más alta, que los países han estado
deshaciéndose poco a poco de sus reservas en deuda norteamericana y han vuelto
a comprar oro y plata, que tienen un valor en sí a diferencia de un papel
impreso. Entre 2004 y 2009 China duplico silenciosamente sus reservas de oro.
Muchos creen que a finales de este año, o del próximo, anunciaran que las
reservas se han duplicado de nuevo, o incluso más. De hecho según una
publicación de Renmin Ribao, China estaría tomando medidas para sextuplicar sus
reservas de oro, para protegerse de una segunda ola de recesión considerada como posible en un informe del
Banco de China. El hermetismo de las políticas económicas chinas les permite tomar
medidas sin que el resto del mundo se entere, evitando las reacciones de los
mercados frente a una posición agresiva de China sobre el oro, que produciría
no solamente un fuerte aumento del precio del oro sino también una fuerte caída
del dólar, lo que iría en contra de los intereses de China que tiene 3 billones
de dólares en sus reservas.
En
Chile, a través del presidente Piñera y del ministro de Hacienda, se nos ha
repetido incesantemente que el país está preparado para resistir una nueva crisis,
festejando que Chile siga aumentado su PIB cuando la economía mundial se está
contrayendo. Sin embargo, las políticas de los últimos 15 años del Banco Central
chileno parecen haber debilitado fuertemente la posición de Chile frente a una
próxima crisis, sobre todo si se trata de una crisis del sistema monetario. El
Banco Central mantuvo hasta 1996 unas reservas de oro de 660 millones de
dólares, aproximadamente unas 11 toneladas, cifra que se redujo a la mitad en 2
años y que llego a unos ínfimos 2 millones de dólares en junio del 2000 cuando
Chile vendió toneladas de oro que valían apenas 271 dólares la onza, mientras
que hoy la onza de oro está por sobre los 1700 dólares y se espera que suba aún
más este año.
Según el
World Gold Council, en 2011 las reservas de oro del Banco Central de Chile eran
de 200 kilos, cuando países como Perú o Brasil poseen más de 30 toneladas,
situándonos en la posición número 100 en reservas de oro. Chile está por lo
tanto siguiendo una política opuesta al resto de los Bancos Centrales del mundo
que compraron 451 toneladas de oro en 2011. La excesiva ortodoxia de los economistas
chilenos, seguidores de la escuela de Chicago, nos ha llevado a basar
completamente nuestras reservas en dinero fiduciario, en pedazos de papel, ya
sea billetes, bonos u otros, negando el valor y el rol histórico del oro,
situando a la economía chilena en una posición muy delicada frente a una nueva
crisis que podría traer de vuelta el patrón oro.
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