martes, 28 de agosto de 2012

El crimen no paga a menos que …


Publicado originalmente en El Clarín de Chile


Siempre que un delincuente es encarcelado nos recordamos del famoso dicho “El crimen no paga”. Pero pareciera que en realidad todo depende del tamaño del robo. Al superar cierto monto, el crimen ni siquiera es considerado como tal. Estas últimas semanas se han desvelado una gran cantidad de fraudes realizados por las grandes instituciones financieras del mundo, cada uno de los cuales se eleva a varios miles de millones de dólares. Sin embargo, en el mejor de los casos, se han traducido en  pequeñas reprimendas, con la promesa de no volver a caer en esas malas prácticas, y una multa de algunos cientos de millones de dólares para evitar un juicio que podría costarles grandes sumas de dinero.

Pero no faltemos a la verdad. En realidad desde la crisis subprime ha habido un condenado en Estados Unidos, Bernard Madoff. El único condenado por una corte de Justicia tendrá que pasar 150 años en la cárcel por un fraude, basado en un esquema Ponzi, de 50 mil millones de dólares. Si Madoff hubiese basado su estafa en los ahorros o las pensiones de los trabajadores el problema se habría resuelto con una multa. El problema es que cometió un único pero grave error. En vez de estafar pequeñas empresas o millones de personas decidió estafar a las grandes instituciones y algunas grandes fortunas del mundo financiero, como Banco Santander, BBVA o BNP Paribas. Ese error hizo que la Justicia actuara con toda su fuerza, sobre todo porque en ese momento la opinión pública necesitaba ver algún castigo ejemplar después de la crisis financiera.

El caso más ejemplificador de la relación entre fraude financiero y Justicia es sin duda el caso de Goldman Sachs y su implicación en la crisis subprime. El rol del banco en dicha crisis es ampliamente conocido gracias a numerosos artículos o documentales como “Inside Job”, ganador del Oscar en 2011, pero también gracias a los primeros informes de la investigación. Goldman Sachs vendió a sus clientes, usando información privilegiada, productos sobrevalorados afirmando que eran confiables, lo que ya va en contra de la lógica bancaria que supone que los bancos trabajan a favor de sus clientes, pero además una vez vendidos apostaban en contra de esos mismos productos para multiplicar sus ganancias. Sin embargo el fallo de mediados de agosto de 2012 del Departamento de Justicia de Estados Unidos negó toda responsabilidad penal a Goldman Sachs y sus directivos por falta de pruebas.

Mucho se habla, cuando se trata de criminales común, que la reincidencia debe ser castigada con más fuerza. Pero cuando se trata de grandes bancos pareciera que los parámetros no son los mismos. Según un artículo del New York Times, Bank of America prometió no reincidir en un mismo tipo de fraude 4 veces desde 2005 y es solo uno de los tantos ejemplos citados en el artículo en el cual se nombran todos los grandes bancos norteamericanos. Recordemos que en muchos estados de Norteamérica existe la llamada ley de los “tres strikes”, es decir que cuando una persona es condenada 3 veces por un crimen o delito pueden arriesgar la cadena perpetua. Parece que cuando una persona comete crímenes en Wall Street solo se “arriesga” a ganar un bono suculento.

El mensaje enviado a los bancos es por lo tanto claro, “¡Sigan robando!”. Peor aún, al rescatar los bancos después de la crisis financiera del 2008, como en Estados Unidos por ejemplo, transformando la deuda privada en deuda pública bajo la primicia del famoso “Too Big To Fail”, los gobiernos están fomentando las apuestas insensatas del mercado financiero. Las cuales se han vuelto posibles gracias a niveles demenciales de apalancamientos, al fin de la ley Glass-Steagall en 1999 que obligaba desde 1933 la separación entre los bancos de depósito y los de inversión y al crecimiento exponencial del llamado “Shadow Banking System” que permite la desregulación de los derivados, particularmente los CDS (Credit Default Swap).

Tomemos como ejemplo el caso de Irlanda, uno de los primeros países europeos en entrar en crisis, para ver los resultados de las prácticas financieras actuales. Hasta el 2007, Irlanda tenía una deuda que se elevaba a 25% de su PIB, lo que a nivel mundial se considera como una deuda baja. Pero al explotar la crisis subprime del 2008, se descubrió que el banco Anglo Irish Bank había contraído una deuda equivalente a 10 veces el PIB de Irlanda provocando su quiebra. Frente a este hecho, el gobierno irlandés decidió salvar la institución y hacerse garante de esa deuda privada con dinero público. Para poder pagar esa suma decidió, bajo los consejos de las grandes instituciones financieras del mundo, tomar medidas de austeridad, es decir recortes en los gastos públicos. La bancarrota de los bancos privados irlandeses significó por lo tanto que la deuda irlandesa subiera de un 25% en 2007 a un 108% en 2011. Lo terrible de esa situación es que se ha empeorado las condiciones de vidas de los irlandeses con reducciones en salud, educación, salarios y otros, y la economía irlandesa sigue cayendo, con una deuda pero sobre todo una tasa de desempleo cada vez más alta.

Estos hechos no son solamente inmorales sino que van en contra de uno de los principios mismos del capitalismo y del Mercado Libre, la quiebra. El principio de la libre empresa se basa en la libertad de cualquier individuo en crear una empresa que sepa responder a la Demanda del mercado para de esta forma enriquecerse. Pero la contrapartida de esa libertad es la quiebra, el principio mismo de autorregulación de los mercados. Es decir que cuando una empresa es mal administrada o no responde a la Demanda entonces quiebra. Esto es la base del capitalismo liberal, del equilibrio del mercado. El éxito o fracaso de una empresa se debe a su capacidad de responder a la Demanda del Mercado.

Recompensar las pérdidas de una empresa es por lo tanto anti-liberal y extrañamente cae en la gran critica que siempre han realizado los liberales a las economías planificadas. Pero con una gran diferencia, si en la Unión Soviética el Estado planificaba de acuerdo a los intereses de la mayoría aquí los únicos intereses defendidos son los de una minoría.

Las multas y castigos deberían superar las ganancias realizadas por el banco para así desincentivar ese tipo de práctica. Pero cuando las multas solo representan un bajo porcentaje de las ganancias generadas por el fraude, en general un 10% de las estafas realizadas, las empresas consideran legítimamente que esas multas solo hacen parte del costo de operación del negocio realizado. Por el momento parece que el crimen paga, y muy bien. Sin embargo la tendencia podría cambiar frente al aumento de denuncias por fraudes y manipulaciones de precios además del inicio de demandas alrededor del mundo por el fraude más grande de la historia, la manipulación de la tasa LIBOR que afecta un mercado de 800 billones de dólares.

Como dijo recientemente el vicepresidente del Consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU, Jean Ziegler, “vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, donde las pequeñas oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién va a morir de hambre y quién no. Por tanto, estos especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Núremberg”. En un mundo que se acerca cada día mas a una nueva crisis, encarcelar a los banqueros podría ayudar a corregir el funcionamiento de los mercados financieros que se ha desregulado desde que perdió toda conexión con la economía real. Si no ocurre la vida de los banqueros correrá riesgo y podrían terminar colgados si la calle decide tomar la Justicia en sus manos como ya lo han advertido personas como Joseph Stiglitz, Nouriel Roubini o Max Keiser.

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